jueves, 5 de septiembre de 2024

¿Qué hice para merecer esto?





Cuando la vida no es justa, lo que no ves detrás de cada desafío

¡Qué injusta es la vida! una afirmación que suele salirnos en momentos difíciles de nuestra vida - y no tanto- Y aunque pueda parecer que todo está en tu contra, la vida sigue una lógica propia, donde cada acción, decisión y evento encajan dentro de un orden mayor que no siempre se alinea con nuestras expectativas de justicia. Sin embargo, la clave está en entender que la vida es coherente, no necesariamente justa. Esta idea puede parecer desconcertante al principio, especialmente si estamos acostumbrados a esperar una especie de justicia universal donde todo buen acto sea recompensado y todo mal acto castigado. 

En este artículo, exploraré esta idea haciendo un recorrido por las diferencias entre justicia y coherencia, y apoyándonos en las perspectivas de filósofos como Friedrich Nietzsche y Charles Darwin. También veremos cómo estos conceptos se manifiestan en la vida diaria, ofreciéndote una nueva manera de interpretar y enfrentar los desafíos que se te presenten. Y, como siempre, te animo a que explores estas ideas a través de la escritura creativa, una herramienta ideal para el autoconocimiento que puedes practicar diariamente.

La vida no es justa, sino coherente

Cuando pensamos en justicia, solemos imaginar un mundo donde las cosas se reparten equitativamente, donde cada acción tiene una consecuencia justa. Si haces el bien, recibes el bien; si haces el mal, enfrentas el castigo. Sin embargo, la realidad rara vez es tan sencilla. La justicia, en su forma más pura, es una construcción humana, un ideal que nos gustaría ver reflejado en el mundo, pero que a menudo choca con la complejidad de la vida.

Por otro lado, la coherencia es una ley natural que rige el universo. Es la idea de que todo sucede por una razón, siguiendo un orden lógico, aunque ese orden no siempre sea evidente o justo desde nuestra perspectiva limitada. La coherencia no se preocupa por el bien o el mal; simplemente es. Se manifiesta en la forma en que los eventos se desarrollan, cómo las acciones generan reacciones y cómo todo, al final, se conecta en una trama más amplia.

Imagina una tormenta que destruye una cosecha. No es justo para el agricultor que ha trabajado duro, pero es coherente dentro del sistema climático que rige el planeta. Las tormentas ocurren, no por justicia o injusticia, sino porque son una parte integral del ciclo natural. La vida, en muchos aspectos, opera bajo esta misma lógica.

Así, la vida, en su funcionamiento natural, sigue un conjunto de reglas y leyes que son coherentes dentro del contexto de la naturaleza, la biología y las circunstancias individuales.

La desconexión del ser humano con la naturaleza 

Para explicar mejor, voy a citar a Friedrich Nietzsche, quien argumentaba que la vida y la naturaleza no son inherentemente justas. Él entiende que la vida es una serie de fuerzas en constante conflicto, y la justicia es simplemente una interpretación humana impuesta sobre un mundo que no opera bajo tales términos.

Por otro lado, podemos analizar a las especies que evolucionan de manera coherente con su entorno, adaptándose para sobrevivir y prosperar. Según Darwin, en su teoría de la evolución, explica que el proceso de evolución es coherente con las leyes de la biología, pero no necesariamente justo. Muchas especies, incluso los individuos, perecen en el proceso, lo que podría parecer injusto desde una perspectiva humana. Sin embargo, es coherente con las fuerzas de la naturaleza que determinan quién sobrevive y quién no

La teoría de Darwin nos muestra que la coherencia en la vida no se trata de justicia, sino de adaptación y supervivencia. Aquellos que se adaptan mejor a su entorno prosperan, mientras que aquellos que no, desaparecen. Este proceso, aunque duro, es esencial para el desarrollo de la vida en la Tierra.

A lo largo de los años, a medida que la tecnología avanzaba, nos fuimos alejando de las leyes fundamentales de la naturaleza. Estas leyes, a diferencia de nuestras ideas humanas de justicia, no responden a conceptos morales ni a juicios de valor. La naturaleza simplemente es, sin pretensiones ni prejuicios. Y, sin embargo, como seres humanos, a menudo caemos en el error de creer que nuestras construcciones sociales —como la justicia— deberían gobernar también el mundo natural.

Nos olvidamos de que, aunque habitamos en ciudades modernas y rodeados de tecnología, seguimos siendo parte intrínseca de la naturaleza. Nuestro bienestar, físico y emocional, está conectado con el equilibrio natural que tantas veces ignoramos. Entonces, ¿por qué insistimos en imponer nuestros juicios y expectativas sobre cómo deberían ser las cosas? ¿Por qué nos creemos superiores, cuando en realidad somos una especie más en constante evolución, sujeta a las mismas leyes de adaptación y supervivencia?

Quizá debamos hacer una pausa y prestar más atención a lo que la naturaleza tiene que enseñarnos. Aceptar que sus procesos, aunque a menudo crueles desde una perspectiva humana, son coherentes y necesarios para la vida en su totalidad. Al reconectar con estos principios naturales, podemos encontrar una forma de vivir en mayor armonía con el mundo que nos rodea, en lugar de juzgarlo bajo parámetros que no le pertenecen.

Tal vez, en lugar de buscar justicia en un sentido tradicional, debemos aceptar la vida tal como es, con sus incoherencias y crueldades, y encontrar nuestro propio camino dentro de ella. Esta aceptación no es un acto de resignación, sino una afirmación de la vida en su totalidad, con todos sus aspectos, tanto los positivos como los negativos.


Ley de Causa y Efecto

La frase "la vida es coherente, no justa" se asemeja principalmente a la Ley de Causa y Efecto (una de las siete Leyes Universales). Esta ley afirma que cada acción tiene una consecuencia y que no hay eventos aleatorios; todo tiene una causa. Aquí es donde entra el concepto de coherencia: en lugar de buscar justicia en el sentido de que todo debe ser equitativo o compensado, esta ley sugiere que todo lo que ocurre tiene una razón detrás y sigue un patrón lógico. 

La vida puede no ser justa desde una perspectiva moral o ética, pero sí es coherente en su funcionamiento. Entender y aceptar esta coherencia puede llevar a una mayor paz interior y a una mejor adaptación a las circunstancias de la vida. En lugar de luchar contra la supuesta injusticia, podemos aprender a navegar con sabiduría y resiliencia dentro del marco coherente de la existencia.

La coherencia en la cotidianidad

Ahora que hemos explorado las diferencias entre justicia y coherencia desde una perspectiva filosófica, veamos cómo estas ideas se manifiestan en la vida cotidiana. Considera, por ejemplo, el caso de alguien que trabaja duro durante años en su carrera, pero no obtiene el ascenso que esperaba. Desde una perspectiva de justicia, esto puede parecer incorrecto. Pero si analizamos la situación desde la coherencia, podríamos ver que hay factores subyacentes que explican por qué sucedió así, como la economía de la empresa, la competencia interna, o incluso las conexiones personales.

Otro ejemplo podría ser una relación personal que termina abruptamente. Puede parecer injusto que, después de tanto esfuerzo y dedicación, la relación fracase. Sin embargo, desde una perspectiva coherente, esa ruptura podría ser necesaria para que ambas personas crezcan y evolucionen, incluso si en el momento parece doloroso y sin sentido.

La coherencia también se ve en la forma en que nuestras decisiones pasadas moldean nuestro presente. Imagina que decidiste cambiar de carrera en un momento crítico de tu vida. Al principio, puede haber sido un paso difícil, lleno de incertidumbre e incluso de sacrificios. Sin embargo, con el tiempo, puedes ver cómo esa decisión encaja perfectamente con quién eres hoy y cómo te ha llevado a donde estás. 

La vida no te ofreció justicia en el momento, pero fue coherente con tus aspiraciones y crecimiento personal.

Todo es escribible

Esta nueva perspectiva nos invita a replantearnos cómo interpretamos nuestras experiencias. No se trata de lo que mereces, sino de cómo puedes adaptarte y aprender de lo que te sucede. Al cambiar tu enfoque hacia la coherencia de los eventos, puedes encontrar un sentido más liberador de tu camino de vida.

Y para comenzar a incorporar este nuevo concepto en tu vida diaria, te invito a que explores tu idea de justicia a través de la escritura. ¿Qué situación de tu vida has experimentado y que crees que ha sido injusta? 

Toma un momento para reflexionar sobre las situaciones que has enfrentado y trata de verlas desde la perspectiva de la coherencia en lugar de la justicia. Escribe sobre cómo estos eventos han moldeado tu vida, incluso si en el momento parecían injustos. Este ejercicio no solo te ayudará a comprender mejor tu propia vida, sino que te permitirá desarrollar una mayor paz interior.

Recuerda que todo es escribible. Cada pensamiento, cada experiencia, cada emoción puede ser plasmado en palabras; y a través de la escritura, puedes descubrir aspectos de ti mismo que nunca habías considerado. No importa si te consideras un escritor o no, lo importante es comenzar. Así que, toma tu cuaderno o abre un documento en tu computadora, y empieza a escribir. Verás cómo, poco a poco, la vida comienza a tener más sentido, no desde la justicia, sino desde la coherencia.

Y si te interesa profundizar en estas y otras ideas, te invito a suscribirte a mi podcast Cómo aprende a decir NO (sin morir en el intento) y mi canal de YouTube, donde hablamos sobre autoconocimiento, escritura creativa y cómo descubrir nuevas perspectivas en tu día a día. 


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