¿Alguna vez te has sentido incapaz de decir lo que sientes? La alexitimia podría ser la razón detrás de esta dificultad. Aquí, exploraremos qué es la alexitimia, sus características, cómo afecta a quienes la padecen y, lo más importante, acciones que puedes tomar para dejarla atrás.
¿Qué es la alexitimia?
En algún momento, todos hemos sentido una especie de bloqueo emocional, como si algo nos impidiera expresar claramente lo que nos está pasando por dentro. Pero para algunas personas, esta dificultad es mucho más que un momento pasajero; es un rasgo duradero conocido como alexitimia. Este término, que significa literalmente “sin palabras para los sentimientos”, se utiliza en psicología para describir la incapacidad de expresar emociones verbalmente. Es importante entender que la alexitimia no significa no tener emociones, sino no poder darles forma, nombrarlas o compartirlas de manera efectiva.
El psiquiatra, Peter Sifneos, fue uno de los primeros en investigar este fenómeno. Desde entonces, la ciencia ha investigado esta condición, revelando que, si bien puede estar relacionada con factores neurológicos o de desarrollo, todos podemos experimentar algún grado de alexitimia en ciertas etapas de la vida. Esto puede ser especialmente común en situaciones de estrés, trauma o, simplemente, como una respuesta adaptativa que hemos aprendido a lo largo del tiempo.
¿Cuándo fue la última vez que no pudiste expresar lo que sentías?
Reflexionar sobre este tipo de situaciones puede ayudarte a entender tu relación con tus emociones. La alexitimia se manifiesta de muchas formas:
- Dificultad para identificar y describir tus emociones.
- Utilizar un lenguaje extremadamente literal y descriptivo al hablar de eventos personales, sin involucrar lo emocional.
- Enfocarte en hechos o detalles en lugar de en tus sentimientos (pueden tender a demostrar afecto a través de acciones concretas más que verbalizándolo).
- Tener problemas para entender y responder a las emociones de los demás.
¿Te reconoces en alguna de estas características?Por ejemplo, alguien con alexitimia puede narrar una experiencia intensa sin mostrar emoción alguna, como si estuviera contando una historia ajena. Si te reconoces en esto, puede que hayas sentido alguna vez que “no tienes palabras” para tus sentimientos, o incluso que es difícil saber qué estás sintiendo en ciertos momentos.
Cómo afecta la alexitimia y cómo actúan las personas que la padecen
La alexitimia puede tener un profundo impacto en nuestras relaciones interpersonales, por ejemplo, pueden volverse más racionales y menos afectivas. La incapacidad de verbalizar o manifestar emociones tiende a reducir la conexión con los demás, ya que la verdadera intimidad y empatía nacen del compartir emociones, de mostrarse vulnerable.
Imagina que alguien cercano te cuenta algo doloroso que le ha sucedido. Si tienes rasgos de alexitimia, puedes responder enfocándote en los detalles o en los aspectos prácticos, sin expresar mucha empatía o apoyo emocional. Para la otra persona, esto puede sentirse distante, y puede interpretar tu respuesta como una falta de interés. En realidad, es más bien una barrera interna que dificulta tu manera de procesar y expresar sentimientos.
Las personas con este rasgo también suelen comunicar amor y afecto a través de actos. Por ejemplo, en lugar de decir “te quiero”, es común que busquen demostrarlo haciendo cosas, ayudando, estando presentes en silencio. La dificultad radica en que, aunque los actos son importantes, las palabras y el lenguaje emocional también son necesarios para nutrir las relaciones.
Acciones para dejar atrás la alexitimia
¿Cómo saber si estás pasando por una etapa alexitímica?
Superarla puede parecer un reto, pero no es imposible. La clave está en practicar el autoconocimiento y en explorar formas creativas y reflexivas de expresarse:
1. Desarrolla tu termómetro emocional
El primer paso para expresar tus emociones es identificarlas. Un indicador puede ser tu estado físico: muchas personas con dificultades para expresar emociones tienen síntomas psicosomáticos como insomnio, molestias en el cuerpo, cambios en el apetito o tensiones musculares. Es un reflejo de que el cuerpo está reteniendo algo que no has podido procesar o exteriorizar.
2. Escribe tus emociones
La escritura es una herramienta poderosa para conectar con tus emociones. Un diario personal puede ayudarte a darles forma a esos sentimientos que no sabes cómo expresar. No necesitas escribir un texto largo; basta con anotar lo que has sentido en el día, usando palabras como “yo siento”, “yo quiero”, “yo necesito”. Este lenguaje es el que permitirá que tu mente empiece a reconocer tus emociones y a verbalizarlas de manera más clara.
3. Expresa lo que sientes en voz alta
A veces, cuando decimos algo en voz alta, es como si la emoción cobrara vida y claridad. Puedes empezar frente al espejo o en un lugar privado. Esto ayuda a romper el silencio emocional y permite que poco a poco te familiarices con la práctica verbal.
4. Explora la comunicación no verbal
No todas las emociones tienen que ser expresadas con palabras. La música, el arte y el deporte son canales muy efectivos para liberar y compartir lo que llevas dentro. Es frecuente que los músicos compongan canciones basadas en sus sentimientos, y que los atletas usen el deporte como una válvula de escape emocional. Encuentra una actividad que te permita canalizar lo que sientes de forma creativa, y verás cómo logras expresar y liberar emociones reprimidas.
5. Practica mindfulness y escucha a tu cuerpo
La meditación puede ayudarte a tomar conciencia de tu cuerpo y a identificar dónde se alojan las emociones que no logras expresar. Practicar ejercicios de respiración y estar presente en el momento te conectará con lo que sientes. Respirar, observa cómo se siente tu cuerpo y qué pensamientos surgen, es una manera de “escuchar” lo que sientes y darle espacio.
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¿Te gustaría aprender más sobre tus emociones?
Si quieres profundizar en el tema, te recomiendo "El hombre que confundió a su mujer con un sombrero" de Oliver Sacks, que, aunque no trata exclusivamente de alexitimia, ofrece interesantes perspectivas sobre la conexión entre emociones y el cerebro.
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