jueves, 25 de julio de 2024

Resiliencia vs antifragilidad: ¿resistir o prosperar en el caos?

En todos los órdenes de la vida, enfrentarse a desafíos y adversidades es inevitable. Pero, ¿cómo respondemos a estos retos? Pues existen dos conceptos clave: la resiliencia y la antifragilidad. Si bien ambos términos suelen utilizarse para describir la capacidad de manejar el estrés y la incertidumbre, son muy diferentes en su enfoque y resultados. ¡Vamos a explorar y entender las diferencias!

Resiliencia vs Antifragilidad

La resiliencia es como el super poder de volver al estado original después de una adversidad. Como una pelota de goma que, cuando la aplastas, rápidamente recupera su forma. Las personas, empresas y sistemas resilientes pueden soportar el estrés, recuperarse y seguir adelante, como si nada hubiera pasado. 

Por otro lado, el concepto de antifragilidad va más allá de la resiliencia. Es la capacidad de no sólo resistir al caos y la adversidad, sino de prosperar y mejorar con ellos. Esta idea fue introducida por Nassim Nicholas Taleb y presentada en su libro “Antifrágil: Las cosas que se benefician del desorden”, publicado en 2012. Telab es ensayista, investigador y ex operador de opciones financieras de orígen libanés, conocido por su trabajo sobre probabilidad incertidumbre y manejo del riesgo. Telab explica dicho concepto como una categoría más allá de la resiliencia y la robustez: se refiere a sistemas, organizaciones o personas que no sólo resisten el estrés y la incertidumbre, sino que también se benefician de ellos. 

[[No es cuestión de resistir, es cuestión de mejorar]]

¡Mejora en el caos!

A diferencia de la fragilidad, que se daña con el estrés, y la resiliencia, que simplemente resiste y se recupera, la antifragilidad se fortalece con la volatilidad.

Taleb introdujo este concepto como una extensión de su trabajo previo sobre la incertidumbre y los eventos de "cisne negro". Estos eventos son inesperados y de gran impacto. La antifragilidad se presenta como una forma de prosperar en un mundo donde tales hechos o situaciones son inevitables y, a menudo, impredecibles.

Un evento de “Cisne Negro” es un suceso altamente improbable, inesperado y de gran impacto. Estas situaciones no se pueden prever con métodos tradicionales de predicción y tienen consecuencias enormes y a menudo disruptivas. Así, un sistema o una persona antifrágil no sólo sobrevive a los cisnes negros, sino que también pueden beneficiarse de ellos.

¿Por qué importa la diferencia?

Comprender la diferencia entre resiliencia y antifragilidad puede transformar nuestra manera de enfrentar los desafíos. Mientras que la resiliencia es esencial para resistir y recuperarse, la antifragilidad nos permite no solo sobrevivir, sino también prosperar en medio del caos. En un mundo cada vez más incierto y volátil, desarrollar antifragilidad puede ser la clave para un crecimiento y éxito sostenibles.

Pongamos un ejemplo de persona resiliente: aquella que la echan de su trabajo inesperadamente, aunque al principio estará devastada (y es normal y necesario que sienta ese sentimiento de angustia o incertidumbre), luego se recuperará emocionalmente, buscará otro empleo y volverá nuevamente al ruedo. Por otro lado, una persona antifrágil es quien pierde su trabajo inesperadamente y en lugar de solo buscar un empleo similar, aprovecha la oportunidad para aprender nuevas habilidades, explora su pasión por el emprendimiento y, por ejemplo, podría terminar creando un negocio exitoso que nunca habría comenzado si no hubiera perdido su trabajo.


[[RESILIENCIA: soportar el golpe y volver al estado original 

ANTIFRAGILIDAD: beneficiarse del golpe y mejorar gracias a él]]















¿Cómo desarrollar la antifragilidad?

  • Adopta el cambio: en lugar de resistir la incertidumbre, busca oportunidades en medio del caos.
  • Diversifica riesgos: no pongas todos los huevos en la misma canasta. Involúcrate en proyectos y actividades que puedan beneficiarse de la volatilidad.
  • Aprende y evoluciona: utiliza cada desafío como una oportunidad para aprender algo nuevo y mejorar tus habilidades. 

A nivel individual, adoptar una mentalidad antifrágil implica aprender de los errores, exponerse a desafíos y ver los fracasos como oportunidades para crecer.

Mientras que la resiliencia es una cualidad admirable y necesaria para resistir y recuperarse de las adversidades, la antifragilidad se destaca un paso más al permitir que los sistemas no solo soporten los choques, sino que se fortalezcan y mejoren con ellos. En un mundo lleno de incertidumbre y cambios rápidos, adoptar una mentalidad antifrágil puede ser crucial para el éxito y la sostenibilidad a largo plazo. 

¿Y tú eres resiliente o antifrágil?





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