lunes, 25 de enero de 2021

QUIEN CREE QUE PUEDE CONTROLARLO TODO, PIERDE EL JUEGO

  


Tener objetivos claros. Trabajar día a día con esfuerzo. Saber qué querés y para dónde vas. Ya que parece que el esfuerzo es directamente proporcional al merecimiento de que nos vaya bien en la vida. 

 

Nos dijeron que debemos estudiar algo que nos de rédito económico y si somos felices con eso mejor aún. Y si no, `pan y ajo` ¡Dale, seguí! La vida no te espera, y así de un día para el otro, te chocas con la realidad de cómo hacer para pagar las cuentas. 

 

Después tenemos que vivir en pareja pa´ repartir los gastos. Los gastos de alquiler , los gastos de vivir decentemente, los gastos de los gastos… 

Y debemos trabajar cada vez más porque llegan los hijos, así que si podemos hacerlo más de ocho horas, genial. Ya no hay tiempo para cuestionarse. ¡Dale, seguí! 

 

Y tampoco te olvides de juntar suficiente dinero para llegar a la vejez con dignidad; y si es económica, mejor.

¡Pero pará! Antes hay que darle de comer a los pibes que tuviste y, por supuesto, darles una buena educación para que tengan un futuro asegurado. Y que sea mejor que el tuyo. Obvio.

 

Esto no pretende ser una apología de la soltería, tampoco es un reproche a nuestros padres, ni estoy en contra del matrimonio ni la idea de tener hijos. No quiero convencer a nadie, solo hacer visible otra mirada.

 

Creo que estamos inmersos en un discurso social que tomamos como verdadero. Funcionamos como soldaditos intentando dejar todo en la cancha del sacrificio, y si tenemos un huequito en nuestra vida para disfrutar, genial y sino; pues no importa porque “es lo que nos tocó en suerte”. 

 

De hecho, cuando vemos que al de al lado le está yendo bien sin ningún esfuerzo aparente, según nuestro juicio, en seguida pensamos que no se lo merece. ¿Y si se lo merece porque tiene otra consciencia? Ni mejor ni peor, simplemente otra diferente a la tuya. ¿Y si tiene confianza en que hay otra realidad que también es digna y válida?

 

Y cansa… cansa estar bajo la lupa de los demás constantemente.

¿Y qué vas a hacer? ¿Qué planes tenés? ¿A qué te vas a dedicar? ¿Cuál es tu objetivo de vida? ¿Ya te decidiste?

Y si les contás que aún no tenés ni p**a idea de qué vas a hacer y que, encima, eso no te genera ningún tipo de conflicto, es lapidario para la gente. 

¿Por qué hay que sentirse culpable por no saber qué hacer? Creo que la vida no es tan lineal. Si te gusta hoy algo, no significa que eso te tenga que acompañar el resto de tus días. ¿Y si no hay más plan que ser un buscador de la vida? ¿Y si te dedicas a varias cosas y tal vez no tienen ninguna semejanza entre ellas? ¿Y si no hay que llegar a ningún lado en particular? ¿Y si no hay que ganarle ninguna carrera al tiempo, porque uno es dueño de su tiempo y lo maneja como quiere?

 

Intentar ir por el camino poco convencional no es nada fácil, pero qué lindo es ir por la vida despacio, prestándole atención a tus ganas, intentando vivir en armonía con la incertidumbre de no saber qué pasará mañana.

 

Empezar de cero tampoco es tan malo. A mi me gustan los desafíos que implican cerrar etapas, moverme para luego tener que adaptarme a nuevas situaciones. Y más lo disfruto cuando esas circunstancias son extremas: país nuevo, gente nueva, incluso idioma nuevo.

 

Obviamente que el proceso de despedida o cierre también duele. Lograr desapegarse es jodidamente jodido porque el ego siempre aparece queriendo controlar todo. Pero luego me doy cuenta que quien cree que puede controlar todo pierde el juego. Y yo quiero seguir jugando. Entonces, me aliviano agradeciendo todo lo vivido para continuar el viaje.

 

En el fondo de nuestro ser siempre sabemos cuándo es el momento de dejarnos ir. Solo hay que saber parar. Saber escucharte y hacerte caso. Porque no te va a ir mejor cuanto más te esfuerces, sino cuando no te resignes a vivir como te dijeron que era correcto.

 

 

 

 

viernes, 1 de enero de 2021

BALANCE DEL 2020


"Tu herida es la entrada por donde la luz puede pasar”. Me gusta esta frase para definir lo que representó el 2020 para mi.

 

Tuve grandes altibajos. Me preocupé por entender qué me estaba pasando y así conocerme mejor, haciendo consciente lo inconsciente. Dejé de reprimir mis emociones… Yo, que creía que era la persona más sincera del planeta, descubrí que aún faltaba ser sincera con la persona más importante de mi vida: yo.

 

Intenté aceptar más y fluir con las circunstancias. Pude centrarme en mí. Dejé de culpar a otras personas de mis problemas y puse la lupa en mí. Así salió el miedo, heridas del pasado, emociones reprimidas, bronca contenida, síntomas físicos. Salió todo lo que debía de salir.

 

Estuve cara a cara con mi propia sombra. Pero entendí que también es parte de mi y que intentar tapar las miserias es a la larga desgastante, así que decidí alumbrarla, verla de frente. Aceptar que es parte de mi e integrarla para poder mejorar y avanzar.

 

Pude conectarme con la escritura, no desde lo periodístico como suelo hacerlo, sino desde el corazón. Escribí muchísimo, creo que más que durante toda mi carrera de periodismo. Me animé a crear mi propio blog y comenzar a mostrar, a través de mis textos, lo que soy y en lo que creo. Y así, de a poco, sentirme menos cohibida por la mirada del otro.

 

Me amigué con mi profesión. Dejé de culparme y de culparla por haberla elegido. Dejé de creer que es una profesión con un mercado de trabajo difícil y mal remunerado. Entendí que si amo lo que hago y me enfoco en hacerlo cada vez mejor, puedo vivir de esto. Porque lo que crees lo creas. Sigo trabajando en eso…

 

Supe darme cuenta cuándo una etapa que me dio mucha satisfacción ya había llegado a su fin. Y a pesar del miedo de no saber si estaba haciendo lo correcto, y con más dudas que certezas, me animé a mudarme en el medio de una pandemia, para empezar mi vida en un nuevo país una vez más. Entendí que, en el fondo, la incertidumbre tiene cierta cuota de adrenalina para mi, que lejos de asustarme me carga de energía para ir hasta las últimas consecuencias.

 

Descubrí algunas terapias holísticas que me ayudaron a conocerme mejor. Algunas me llamaron tan poderosamente la atención que empecé a estudiarlas para aplicarlas en mi, y luego poder hacerlo en los demás. Tengo ganas de dejar algo bueno en este mundo que por momentos parece que se nos cae sobre nuestras cabezas y no sabemos cómo bajarnos sin lastimarnos… Creo que ayudando al prójimo es un buen comienzo. 

 

Me comprometí más con las causas que me llaman. Dejé de creer un poquito menos en lo que el sistema y los medios dicen que es correcto o dan como verdad absoluta. Sé que vivo en una sociedad y hay reglas que se deben respetar, pero empecé a cuestionarme acerca de las creencias que nos inculcaron. Todavía no tengo todas las respuestas y seguramente nunca las tenga, pero al menos ahora me hago preguntas. Comencé a entender que si quiero resultados diferentes, debo hacer cosas diferentes…

 

2020 gracias por todo, hasta por aquello que planeé creyendo que era lo mejor para mi y no se dio. No estoy enojada con vos. Te agradezco todo lo que me dejaste ver que había en mí cuando el mundo se había parado por completo.

 

Ahora que me conozco y me acepto más, sé que este 2021 lo voy a hacer mejor.

 

 

 

 

Rompe el círculo

Cómo las preguntas correctas pueden transformar tus emociones Las emociones negativas no siempre vienen de lo que pensamos. Entendiendo que ...